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¿Cómo tener una buena relación con el padre o la madre de mis hijos?
Aumentan las separaciones y divorcios
Durante los últimos años se ha visto un incremento significativo de separaciones y divorcios. Esta frecuencia ha propiciado que se considere como un acontecimiento más dentro de las construcciones familiares. No obstante, a pesar de ser un suceso que se ha vuelto cotidiano, la separación matrimonial como ruptura de una relación puede significar un evento traumático, generando un estado de desequilibrio en todos los miembros de la familia.
Somos conscientes que durante ese proceso, el lograr llevarse bien con el padre o la madre de nuestros hijos no suele ser una tarea sencilla. Sin embargo, resulta necesario conocer que el esfuerzo por establecer una relación cercana y de confianza nos beneficia a nivel personal y, especialmente, mis hijos siempre serán mi prioridad, proporcionándoles una base estable para su desarrollo emocional óptimo.
Consecuencias emocionales de la ruptura familiar
La separación puede ser un evento vital altamente estresante que puede repercutir en la salud mental y física de todo el grupo familiar, especialmente la de los hijos.
Los niños que atraviesan por este proceso pueden presentar mayor tendencia a desarrollar dificultades asociadas a alteraciones en su comportamiento, en su emocionalidad, en la autoestima, en las relaciones sociales y en el rendimiento académico.
Con respecto a las dificultades emocionales en nuestros hijos, pueden aparecer sentimientos de abandono, de rechazo por parte del progenitor que deja de vivir en el hogar, y sentimientos de indefensión e impotencia vinculados a asumir de manera drástica cambios importantes en sus vidas cotidianas. También es posible que aparezcan ideas relacionadas con la autoculpa o la responsabilidad de la separación.
Cómo evitar las consecuencias emocionales negativas de la separación
Considerando las implicaciones que la separación podría tener en la salud emocional de nuestros hijos, la propuesta es intentar mitigar el efecto negativo que, sin duda generará, ofreciendo algunas recomendaciones. Se trata de intentar transitar este proceso de una manera paulatina, teniendo la posibilidad de manejarlo de una manera que permita que toda la familia asimile estos cambios a su ritmo.
Qué le contamos a nuestros hijos
Un buen punto de partida es poder diferenciar que los motivos y razones que llevaron a la pareja a tomar la decisión de separarse no traspase el bloque parental. Es decir, los motivos son exclusivos de la pareja. Nuestros hijos no son parte de las decisiones que tomemos los padres con respecto a este tema, ni deben conocer los detalles profundos de la separación.
Es recomendable ser honestos, por supuesto. No obstante, se debe trasmitir información que esté acorde a su nivel de comprensión. Debe haber un relato conjunto de los hechos, evitando de esta manera la creación de alianzas o sentimientos de rechazo con alguno de los progenitores. Hay que tratar de evitar que los hijos vivan en un ambiente de disputas y conflictos.
En múltiples estudios se ha evidenciado que una familia que permanece intacta, pero en un ambiente conflictivo, es más perjudicial para sus miembros que un hogar estable en el que los padres se han separado.
Ayuda profesional para comunicar la separación
Si observamos que esta situación se presenta como un desafío difícil de manejar, siempre será positivo evaluar la posibilidad de consultar con un profesional de la salud mental que pueda acompañarnos en el proceso. Ir a terapia puede ser un excelente recurso para conocer si la decisión que vamos a tomar es lo que realmente deseamos y está acorde a como anhelamos encaminar nuestra vida.
También nos puede ser de mucha utilidad para ayudarnos a encontrar la forma de dar la noticia a nuestros hijos. Será una excelente alternativa el tener una perspectiva ajena y objetiva que oriente sobre cómo realizar este importante paso.
Dejamos de ser pareja pero seguimos siendo padres y madres
Un aspecto que influirá ampliamente en mantener una buena relación con la madre o el padre de nuestros hijos es delimitar los nuevos roles.
Es necesario ser conscientes de que es la relación de la pareja la que se ha terminado, lo que conlleva a dejar de mirar al otro como una pareja afectiva. No obstante, la relación como padres se mantiene y esta alianza debe fortalecerse más que nunca.
Se inicia una etapa complicada y será importante mantener una correcta comunicación con nuestra expareja para poder acordar y abordar la crianza de manera simultánea y actuar con cooperación en las funciones parentales de cuidado, educación y bienestar de los niños.
En ocasiones incluso existen dos hogares que los niños pueden habitar por eso es tan importante resolver las diferencias que las parejas en su momento hayan experimentado y dar lugar a una nueva relación de padres.
Esta nueva relación se tendrá que llevar a cabo de una manera diferente, en otros términos y quizás sea completamente desafiante. Para esto resultará clave mantener ante todo la escucha activa, la comunicación efectiva y la asertividad.
Claves para llevarse bien con el padre de mi hijo tras la separación
Cuando se trata de cómo tratar al padre de mi hijo si estamos separados, es fundamental establecer límites claros y una comunicación basada en el respeto mutuo. Aquí te damos algunas claves:
- Establece límites claros desde el principio.
- Mantén una comunicación abierta y honesta.
- Recuerda que mis hijos siempre serán mi prioridad, y eso debe guiar todas tus acciones.
- Evita discusiones delante de los niños y busca soluciones constructivas a los conflictos.
- Trabaja en equipo con la madre de mis hijos o el padre de mis hijos para el bienestar de los pequeños.
Cómo podemos comunicarnos mejor con nuestra expareja
Escucha activa
Hay algunos recursos que nos pueden orientar respecto a este relevante punto. En primer lugar encontramos el concepto de escucha activa. Ésta se entiende como una actitud de apertura y curiosidad. Implica estar presente con todos los sentidos, captando la mayor cantidad de información posible. No se limita solamente a las palabras, sino también a los tonos de la voz, las miradas, incluso la respiración.
Para realizar una buena escucha activa debemos evitar juicios y valoraciones y discriminar entre lo que es importante y lo que es complementario. De esta manera se nos permite realmente poner atención al mensaje, intentando comprender plenamente lo que nos quiere dar a conocer el emisor. Además, limita la tendencia de escuchar solo para analizar y fundamentar una respuesta sin considerar el verdadero mensaje comunicacional.
La escucha activa nos invita a prestar atención a nuestro dialogo interno, a analizar lo que nos genera recibir esta información, nos alienta a realizar preguntas abiertas para permitir ampliar los argumentos del otro, respetando los silencios y responsabilizándonos de nuestras opiniones, poniéndolas en primera persona.
Comunicación afectiva
La comunicación efectiva puede complementar de una excelente manera el cómo nos comunicaremos. Se trata de una forma de comunicación que permite transmitir un mensaje de manera entendible y clara, evitando la aparición de dudas, confusiones o posibles interpretaciones equivocadas.
Nos puede resultar útil combinar la comunicación afectiva con la recapitulación, que no es otra cosa que realizar un resumen breve y conciso de lo que se conversó y de los acuerdos que se tomaron. Esto es imprescindible en un proceso de separación en donde es tan necesaria la alianza de los padres en la crianza. Habrá que llegar a acuerdos importantes como manutención, visitas, quien lo llevará o irá a buscar al colegio, quien lo llevará al médico, los horarios y límites de lo que se les permitirá con juegos o rutinas de sueño… Hay una larga lista de actividades en las cuales los acuerdos serán prioridad.
Comunicación asertiva
Por otro lado el estilo de comunicación que utilizamos será un factor clave para mantener una buena relación con el padre o la madre de nuestros hijos y el estilo más recomendado para este fin es el estilo asertivo.
Esta manera de comunicar nos permite expresar opiniones, manifestar lo que nos gusta y lo que no de una manera adecuada. La comunicación asertiva se encuentra en el centro entre la comunicación pasiva (estilo en el que no se manifiesta lo que se desea y se deja que todo lo decida el resto) y la comunicación agresiva (en donde se intenta imponer la opinión personal sin prestar atención a las opiniones de los demás).
El estilo de comunicación asertiva nos permitirá ser sinceros con nuestra expareja en la crianza de los hijos de modo que podamos expresar lo que sinceramente consideramos como beneficioso y lo que podríamos evaluar como contraproducente para ellos y buscar acuerdos desde la honestidad.
Finalmente, y no menos importante, nos encontramos frente a una gran verdad y es que en todo este proceso también estamos educando. Estamos enseñando a nuestros hijos a poner límites, a ser fieles a lo que pensamos y consideramos positivo para nuestras vidas. Les enseñamos el respeto, la amabilidad, y sobre todo les enseñamos que a pesar de que ya no seamos una pareja amorosa si podemos ser un gran equipo otorgándoles una base sólida y estable en donde crecer.
Para saber más
Troxel, W.M., & Mathews, K. A. (2004). What are the cost of marital conflict and dissolution to children’s physical health? Clinical Child and Family Psychology Review, 7, 29-57.
Gómez Casals, L., García Fort, M. y González Coca, Mª T. (1992). La adaptación psicosocial de los hijos en familias en procesos de separación y divorcio. En Persona, Sociedad y Ley (págs. 323-336). Madrid: Centro de Estudios Judiciales.
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