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Qué puedes esperar de los demás
Esperar puede doler
Esperar… que rara palabra para nosotros los humanos, ¿no?
Ese esperar del que hablamos no es más que una serie de pensamientos fantasiosos, unos deseos, unas expectativas hacia los demás. Al ejercer la psicología nos encontramos con algunos problemas relacionados con el hecho de esperar por una simple razón, las expectativas no son una realidad.
Esperar a que otra persona haga algo por ti o realice alguna actividad que tú añoras, son simples ideas, imaginaciones, fantasías o sueños que, en muchos casos, lo que hacen es decepcionarnos y entristecernos cuando no se cumplen.
También nos hacen preguntarnos ¿por qué sí o por qué no lo hizo? Y es normal. Esperar algo de las personas ¡es lo más común del mundo! Pero, no quiere decir que sea lo más sano, ¿verdad?
El placer de lo inesperado
A lo largo de esta larga y reconstructiva carrera llamada vida, el error siempre nos ha enseñado que las mejores cosas vienen de manera inesperada. Y cómo no, estas cosas realmente son gratificantes. Pero, las personas sólo podemos actuar a través de las cosas que hemos oído, presenciado, leído o aprendido de alguna manera… ¡no podemos hacer aquello que no sabemos!
La sorpresa puede que venga dada por no conocer de lo que es capaz la otra persona. Sin embargo, también podemos sorprendernos por no esperarnos algo que ya sabíamos que podía suceder en el momento.
Un ejemplo para aclarar esto: tu pareja sabe que te gusta el arroz con pollo y hasta puede que tú le hayas enseñado a hacerlo. Un día, después de una jornada bastante laboriosa, tu pareja te espera en casa con un arroz con pollo, o por lo menos con una versión lo más parecida posible.
¿Lo ves? Esa persona sabe qué te gusta y de la manera que te gusta porque tú le has enseñado a hacerlo. Pero, como no esperabas que eso pasara, te sorprende igualmente. Las sorpresas no dependen de saber qué puede o no pasar sino, más bien, del contexto/situación en el que suceden.
Pide lo que necesitas
Y esa es justamente la solución que te propongo en este texto ¡Enséñale a la gente lo que te gusta! Enséñeles a complacerte, a cómo te gusta hacer las cosas, a tratarte bien, a saber qué chistes te gustan y cuáles no, coméntale cómo te sientes y cómo te gusta que te consuelen, diles qué peli es tu favorita… En fin, enséñales cómo tú te tratarías y así tus expectativas tendrán una base donde sujetarse. Es decir, ¡serán más reales que antes!
2 recomendaciones para que pidas lo que quieres
Y ahora ¿cómo poner en práctica todo esto? Tenemos dos fáciles recomendaciones para tu vida diaria:
Quien te dijo eso (expectativas):
Esta es una de las cosas que puedes hacer para detectar si estas generando expectativas hacia otras personas. Tratar de distinguir cuándo estás produciendo algo en tu cabeza, versus cuando recuerdas algo que alguien te dijo alguna vez. Hacer esto te ayudará a lidiar con los pensamientos un poco desviados que todos podemos tener en cualquier momento.
La diferencia estará en que la primera opción, probablemente, sea algo un poco ficticio si no está basado en la realidad. La segunda, puede que tenga un poco más de evidencia cuando tiene su origen en la realidad.
Es adecuado aclarar que, también debemos pensar acerca de las informaciones que nos llegan desde el mundo exterior. En este caso, debemos aplicar nuestro pensamiento crítico para filtrar qué aceptamos o qué no.
“Pues a mí no me gusta la pizza con piña, ¿a ti sí?:
Comparte tus gustos con las personas con las que sueles estar. Pueden que te tengan mucho aprecio y, al contar estas cosas, afianzas tu relación con ellos.
Existe una gran parte de la población que no te va a juzgar por lo que te gusta o no (iba a decir mayoría pero prefiero no generalizar). La gente cercana, y la que empieza a serlo, quieren saber de ti. Déjales conocerte, y así, te aseguras un buen regalo de cumple.
Por cierto, no solo habla, también escucha ¡eh! (y toma notas). Por ejemplo, las actividades en pareja o salidas de grupo son ocasiones donde este tipo de conversaciones salen de forma natural. Una “birra” con tus amigas o una salida de compras con tu pareja, puede ser una situación ideal para escuchar y decir tus gustos y disgustos.
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