Cómo aprender a no sentirse culpable

¿Estarías toda tu vida arrastrando voluntariamente una cadena de metal con eslabones enormes? Pues esto es lo que sucede cuando vamos acumulado culpas en nuestra conciencia.

La culpa es una emoción que nos indica que, según nuestros valores propios o adquiridos hemos roto alguna norma, hemos dicho o hecho algo que pensábamos que no debíamos hacer o viceversa, y por ello nos sentimos mal, por el daño que hemos podido infligir a alguien.

Este sentimiento es muy desagradable, provoca una mezcla de emociones y sentimientos que van a causar tristeza, vergüenza, mala conciencia e incluso autocompasión; lo que conlleva un gran desgaste emocional.

Todos la sentimos pero de manera distinta. La forma en que nos va a afectar y cómo la vamos a gestionar depende de muchos factores.

¿Por qué sentimos culpa?

El origen de la culpa tiene que ver con el desarrollo de la conciencia moral, que se inicia en nuestra infancia y se va formando por las pautas educativas y experiencias personales.

Decir no a un amigo porque no te apetece ir a tomarte una cerveza, defraudar por no cumplir las expectativas familiares, rechazar una oferta laboral o dejar un trabajo porque no te gusta, son situaciones sociales que nos producen malestar.

Cómo aprender a no sentirse culpable

Decir no a algo cuando no es habitual hacerlo, es difícil y nos produce un conflicto interno puesto que nos han enseñado desde pequeños a responsabilizarnos de nuestras acciones frente a los demás. De hecho, Oscar Wilde afirmaba sabiamente que “el hombre puede soportar las desgracias que son accidentales y llegan de fuera. Pero sufrir por propias culpas, ésa es la pesadilla de la vida”.

Esta es una idea que deberíamos modificar ya que tenemos derecho a no dar razones o excusas para justificar nuestro comportamiento. Pero debemos reafirmar nuestro derecho a cambiar de parecer.

A veces tendemos a decir que sí por no sentir esa culpa, pero al final estamos realizando una actividad que no queríamos hacer, por no priorizarnos. En cambio, en otras situaciones sentimos culpa por hacer algo mal y esto nos produce un sentimiento de culpa por la vergüenza y remordimientos.

Por lo tanto, la culpa tiene una función reguladora, a modo de alarma interna. Consiste en la evitación de las situaciones que la generan o en conductas de reparación cuando se es consciente de que se ha hecho algo incorrecto y así poder enmendarlo.

¿La culpa es saludable?

Las emociones son señales sociales poderosas que nos advierten enviándonos mensajes rápidos para podamos interactuar con nuestro entorno teniendo, por tanto, un objetivo evolutivo.

“Las emociones aparecen de manera precisa en las situaciones en las que, por cualquier razón, está amenazada la adaptación”. E, Claparéde.

Las emociones, incluso las que nos resultan negativas de sentir, desempeñan una función adaptativa al medio. La culpa permite el reconocimiento de algo que se ha hecho mal y nos indica que tenemos que repararlo.

Generalmente, nadie asociará la culpa con algo positivo. Desde luego, la culpa no es algo agradable de sentir y aún menos de gestionar, pero sentirla conlleva aspectos positivos, como el responsabilizarse de las acciones.

Sentirse culpable es en principio un mecanismo positivo, asociado a la autocrítica. La autocrítica no es mala, aunque depende del enfoque que se le dé. Habitualmente usamos la autocrítica de forma negativa, pues tendemos a mantener un diálogo interior reprochándonos todos los errores cometidos mientras que deberíamos pensar en ser más tolerantes y proactivos para poder enmendarlo.

Hay que recordar que la culpa en ocasiones nos puede desbordar y se convertirá en una emoción desadaptativa, llegando a afectar nuestro bienestar psicológico. Para evitar que la culpa se convierta en una culpa patológica habrá que utilizar estrategias de afrontamiento sanas.

¿Cómo saber diferenciar entre responsabilidad y culpa?

¿No sería maravilloso trasformar la culpa que sentimos y redireccionarla para ser capaces responsabilizarnos de nuestros actos?

Hay que tener presente que todos cometemos errores, pero no debemos estar continuamente culpándonos de lo sucedido porque no nos va a traer nada positivo, solamente continuar en un círculo vicioso de autocastigo, pero sí hay que responsabilizarse.

Las responsabilidades nos ayudan a no vivir en un desbarajuste continuo con la humanidad y con nosotros mismos. ¿Qué tal si en lugar de culpabilizarte de todo comienzas a aprender de lo sucedido para poder crecer y desarrollarte sin sentir una culpabilidad constante por todo?

¿Cómo dejar de sentirse culpable?

Lo importante al final, y uno de los motivos por el que estaréis leyendo este artículo, es averiguar cómo podemos atenuar el sentimiento de culpabilidad.

Habitualmente se tiende a negar la culpa usando la justificación, la negación o la atribución a elementos externos.

Es importante asumir que no se puede controlar todo lo que sucede alrededor. Debemos aprender a relativizar y a no culpabilizarnos de todo. Para ello tendremos que saber gestionar las emociones y los sentimientos. En resumidas cuentas, cada uno es responsable de su propio bienestar psicológico, de su felicidad y de su éxito.

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Pasos para poder eliminar el sentimiento de culpa

1. Acepta el error, sé consciente de la conducta

Ya sabes de dónde procede y que no se puede eliminar. Tienes que ser consciente de tus acciones, responsabilizándote. Realiza una autovaloración de lo acontecido.

2. Asume tu parte de responsabilidad y aprende del error

Analiza la situación, valórala detenidamente para entender tu parte de responsabilidad, ¿qué puedes hacer para que no se repita en un futuro? Saca el lado positivo y adquiere un aprendizaje.

3. Pide disculpas e intenta reparar el daño causado

En ocasiones no vale son sentirlo, tienes que comunicarlo de forma verbal a la parte afectada. Asimismo, también ayudará comunicar cómo te sientes.

4. Intenta comunicarte de manera asertiva

Expresa tus opiniones, sentimientos, ideas y sugerencias sin ser agresivo ni pasivo hacia los demás. Este estilo de comunicación favorece el respeto a uno mismo teniendo en cuenta las propias necesidades, pero a la vez respeta también a los demás.

5. Aprende a decir “no”

No pienses que estás siendo egoísta por decir “no” a algo que no quieres. Acepta que no puedes agradar a todo el mundo y comienza a pensar en ti mismo.

6. Muestra tus emociones

No trates de reprimir el sentimiento de culpa, intenta hablar de ello con una persona cercana, verás como estas te darán otra visión de lo sucedido, podrás expresarte y reflexionar.

7. Aprende a perdonarte y a quererte

Será uno de los pasos más difíciles, pero es esencial para poder seguir adelante. ¿Qué le dirías a una persona que quieres cuando está mal? Intenta decirte lo mismo, trátate con autocompasión y cariño.

Escribe un diario de gratitud. Es una herramienta que nos ayuda a ser conscientes de cosas buenas que generalmente damos por cierto. El diario de gratitud nos ayudará a tomar una actitud más proactiva.

8. Busca ayuda psicológica

Si no puedes dejar de sentirte culpable y percibes que la emoción te desborda, te puedes poner en contacto con Haztúa para que te podamos ayudar en la gestión emocional.

No olvides que no eres un ser mecánico, tienes limitaciones y sentimientos propios, no tengas miedo en expresarlos. Y recuerda, al primero que debes complacer y cuidar es a ti mismo.

Si este artículo te ha sido de utilidad, te animo a que dejes un comentario. ¡Gracias!

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Rut Velasco Saiz
Rut Velasco SaizPsicóloga en prácticas