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¿La evitación forma parte de tu vida?
¿Qué es la evitación?
Cuando vivimos situaciones que son amenazantes para nosotros, el comportamiento que utilizamos para hacerles frente puede ser muy diferente dependiendo de nuestra personalidad.
La manera que tenemos de afrontarlo irá variando según nuestra experiencia previa. Si una estrategia me ha sido válida tenderemos a utilizarlo con más frecuencia. Sin embargo, por el contrario, si no me ha sido útil seremos propensos a eliminarlo.
Dentro de estas respuestas que vamos aprendiendo está la evitación. Podemos diferenciar dos tipos:
- Evitación anticipada: se lleva a cabo cuando nos anticipamos a una situación desagradable y hacemos todo lo que está en nuestra mano para alejarnos de ella.
- Huida: aparece cuando ya nos encontramos inmersos en la situación y nos centramos en intentar escapar.
La evitación ¿se ha convertido en tu forma de afrontar la vida?
Una vez hemos visto qué tipos de evitación existen debemos reflexionar sobre si esto forma parte de nuestra vida. Por ejemplo, ¿evitas tomar una decisión o tener una conversación complicada? Si es así, párate a pensar cómo te hace sentir no afrontar ninguna situación que te provoque malestar.
Cuando nos encontramos ante esta situación y optamos por evitarla, quizá en el momento nos sintamos aliviados y nos produzca un sentimiento agradable, pero, ¿cómo nos hará sentir esta respuesta a largo plazo?
Cuando usamos como estrategia la evitación creemos que estamos solucionando el problema, pero en realidad, sin darnos cuenta, lo estamos haciendo más grande. Es como si tuvieras un tigre pequeñito y lo alimentaras para que se calmase, al final, éste se hará muy grande y podrá contigo.
¿Qué puedo hacer para afrontar la situación?
Lo primero que debemos hacer para ser conscientes de en qué hemos fallado hasta ahora es observarnos y darnos cuenta de cuáles han sido nuestras estrategias utilizadas para resolver el problema. ¿Nos han funcionado o sólo han provocado que el problema sea cada vez sea mayor?
Una vez seamos conscientes de ello:
- Debemos aceptar que el sufrimiento forma parte de la vida. No es fácil aceptarlo, ya que siempre nos han enseñado a que “debemos ser felices”. La felicidad es una emoción como cualquier otra, unas veces la saborearemos, pero otras estará presente el miedo, la tristeza, la frustración, la ira… Debemos familiarizarnos con todas ellas porque es imposible permanecer en la emoción de felicidad de manera constante. Por lo tanto, cuando vienen estas emociones, ¿qué puedo hacer?
- Tenemos que empezar a trabajar el hacer hueco a esas emociones y experimentar qué provocan en nosotros. Es importante que nos demos cuenta de que somos capaces de permanecer con ellas sin necesidad de echarlas, es decir, sin dar de comer al tigre.
- Interiorizar que las emociones y pensamientos son SOLO eso, no forman parte de nosotros. A lo largo del día tendremos que decidir si aferrarnos a ellos o dejarlos ir. Hay que ser conscientes de que “yo no soy mis pensamientos, ni mis emociones”, son pasajeros. Es nuestra tarea decidir si queremos que permanezcan ahí o dejarlos ir. Recuerda, todo depende de la importancia que les demos.
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