Sigue leyendo y te darás cuenta cómo el hecho de ser capaz de diferenciar entre correlación y causalidad ayuda a mejorar el bienestar. ¿Y qué hay del tamaño del pie y del vocabulario?

Las personas solemos pensar que si ocurre algo tiene que haber una explicación para ello y tendemos a quedarnos con la explicación más directa que encontramos. Buscamos la causalidad en las cosas que ocurren y no siempre acertamos.

En una entrevista a Gary Marcus, profesor de la Universidad de Nueva York, explicaba la diferencia entre causalidad y correlación haciendo referencia a la relación existente entre el tamaño del pie y el tamaño del vocabulario. Si existe un estudio que demuestra la relación entre ambos, no significa que si te compras unos zapatos de tres números más, tu vocabulario también vaya a aumentar .

Sin duda, hay una relación pero es debida a una tercera variable: los niños pequeños no tienen apenas conocimiento del lenguaje, y su pie es pequeño. Es decir, no hay causalidad porque el tamaño del pie no causa un mayor vocabulario. Hay simplemente correlación. Dos variables (tamaño de pie y vocabulario) que suceden a la vez pero que una no causa a la otra.

¿Y cómo afecta esto al bienestar? Muchas veces nos quedamos con la primera explicación, con la razón más accesible acerca de algo que nos ha ocurrido, pensando que ésa es la causa, sin darnos cuenta de que puede haber otras variables que lo expliquen: «Si no me ha llamado en tanto tiempo es porque no le importo«, «Me han despedido porque les caigo mal«, «He suspendido porque no sirvo para estudiar», o bien, «no sirvo para estudiar porque he suspendido«…

Nos hacemos mucho daño cuando nos empeñamos en quedarnos con la explicación más directa y que, además, es la que peor nos deja quedar ante nosotros mismos y ante el mundo. Que dos cosas sucedan a la vez no significa que una sea la causa de la otra. No te conformes con la razón más aparente. Casi siempre hay una tercera variable que lo explica mejor. Al menos admite esa posibilidad.

Tal vez perdió el móvil…