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La responsabilidad afectiva: ¿cómo cuidar mis relaciones con los demás mientras me cuido?
El término “responsabilidad afectiva” está muy presente en la actualidad, sobre todo entre los jóvenes. Sin embargo, este concepto no es novedoso, sino que lleva existiendo desde hace mucho tiempo, pero bajo otros nombres como: responsabilidad social, responsabilidad ética, responsabilidad moral, responsabilidad personal, etc. Entonces… ¿qué es la responsabilidad afectiva?
Inteligencia emocional
Para entender esta noción, primero es necesario hablar de la inteligencia emocional, ya que ambos conceptos están muy ligados. La inteligencia emocional consta de un conjunto de procesos necesarios para el reconocimiento, comprensión y manejo de los estados emocionales propios y de los demás, con el objetivo de resolver problemas y poder regular el comportamiento (Salovey, 2007). Esto quiere decir que la inteligencia emocional nos lleva a expresar y regular nuestras emociones de manera adaptativa, además de comprender y percibir las emociones de los demás de forma precisa. Y… ¿para qué sirve esto?
¿Qué utilidad tiene la inteligencia emocional?
El buen manejo y comprensión emocional nos puede ser muy útil en cualquier contexto de nuestra vida (tanto a nivel individual como social). Nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos y a saber manejar nuestras emociones, pero también a interpretar y captar las emociones de las personas de nuestro entorno, nuestra familia, nuestros amigos, nuestros compañeros de trabajo… Y aquí entra en juego la responsabilidad que tenemos ante ello.
Responsabilidad afectiva
Para poder comprender este concepto, además de lo anteriormente mencionado, es necesario entender las dos palabras que constituyen este término por separado. Según la RAE, por una parte, la responsabilidad hace referencia al “cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado”; y por otra parte, la afectividad se refiere al
“conjunto de sentimientos, emociones y pasiones de una persona”. Al unir estos dos términos, se puede concluir que la responsabilidad afectiva hace referencia a la responsabilidad que tenemos como seres sociales de cuidar nuestros vínculos y relaciones con los demás, teniendo en cuenta nuestras emociones y las de los otros. El mundo emocional de cada persona puede diferir mucho del resto, por ello es importarte conocerlo, comprenderlo, respetarlo y tenerlo en cuenta a la hora de actuar.
La comunicación es algo esencial en las personas, es una forma de expresar nuestras intenciones, expectativas, necesidades y límites que queremos en nuestras relaciones. Todo lo que decimos tiene consecuencias, por ello debemos asumirlo y cuidar la forma en la que transmitimos nuestras emociones, pensamientos, sentimientos y preocupaciones. Esto quiere decir que tenemos que expresarnos con sinceridad y honestidad, pero con empatía hacia la otra persona, debe de haber un equilibrio.
Si cumplimos todo esto, conseguiremos que nuestras relaciones con los demás sean sanas y de cuidado mutuo.
Entrenamiento emocional, necesario para todos, necesario para un mundo más humano
Ser consciente de la influencia que tenemos sobre los demás es esencial a la hora de responsabilizarnos de la forma de comunicar nuestras emociones, de los vínculos que generamos con otras personas, de las consecuencias de nuestros actos, de la importancia de dejar claras las bases de las relaciones. La responsabilidad afectiva se enfoca en todos los ámbitos a nivel de relación, ya sea familiar, de amistad, de pareja, laboral, etc. Debido a esto, es importante que aprendamos a hacernos cargo de esta responsabilidad, a través de un entrenamiento, primero, en las propias emociones y, segundo, en las de los demás, para crear así un mundo más humano.
Para saber más acerca de la responsabilidad afectiva
Mestré, J., Guil, R., & Brackett, M. (2008). Inteligencia emocional: definición, evaluación y aplicaciones desde el modelo de habilidades de Mayer y Salovey. Motivación y emoción, 407438.
Ramírez, M. G. S. (2003). Autonomía moral: Una posibilidad para el desarrollo humano desde la ética de la responsabilidad solidaria. Revista de psicología, 12(1), 27-35.
Sanmartín, M. G., Carbonell, A. E., & Baños, C. P. (2011). Relaciones entre empatía, conducta prosocial, agresividad, autoeficacia y responsabilidad personal y social de los escolares. Psicothema, 13-19.
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