Una mala alimentación, ¿propicia síntomas depresivos?

¿Puede una mala alimentación llevar al desarrollo de síntomas depresivos?

Partiendo de una mala gestión de los alimentos y de una dieta rica en calorías podemos aumentar nuestra masa corporal, lo cual puede resultar en un desarrollo de sobrepeso o incluso del síndrome de obesidad; además de diabetes o cáncer.

Se sabe que padecer de obesidad aumenta las probabilidades de presentar un trastorno depresivo; puesto que hay abundantes pruebas que corroboran la existencia de una relación bidireccional entre alimentación sana y salud, demostrando que las personas con una dieta saludable son menos propensas a tener depresión (Sánchez-Villegas et al., 2009; Jacka et al., 2010).

La explicación de esta relación puede residir en: condiciones biológicas (genéticas), falta de ejercicio o factores sociales como los cánones de belleza que discriminan a aquellas personas con mayor peso.

El papel de la nutrición

Una dieta rica que verduras, frutas, fibras, pescado…etc. puede ayudarnos a prevenir enfermedades cardiovasculares, digestivas o diabetes; pero también a prevenir la depresión. Podemos encontrar así una relación entre el trastorno de la depresión y la obesidad en base al consumo de alimentos: tener una dieta cada vez mas insalubre y la consecuente prevalencia de la obesidad esta aumentando.

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Los resultados de varios estudios indican que un patrón dietético mediterráneo, basado en frutas, pescado, aceite de oliva, frutos secos y legumbres puede proteger contra la depresión. Los nutrientes más estudiados para explicar la influencia de la dieta en la depresión son las vitaminas, minerales y los ácidos grasos omega-3. García Toro, M. (2014). Los estudios realizados por Wadden et al., 2004 y Brinkworth et al., 2009 también sugieren que una dieta baja en calorías, con la consiguiente pérdida de peso, mejora el bienestar psicológico en personas obesas y con sobrepeso.

Dirección causal entre depresión y obesidad/sobrepeso

Una relación de tipo bidireccional entre ambas es la más aceptada entre los científicos. La mayoría refieren que partiendo de cualquiera de ellas se puede llegar a la otra: Las personas con sobrepeso u obesidad se enfrentan a la mirada juzgante de la sociedad, cuyos cánones de belleza no van de la mano con su aspecto. Esto les puede hacer sentir rechazados, solos, y quizás tristes, llevando a la aparición de síntomas depresivos. Si lo vemos desde la otra perspectiva, las personas con depresión tienen un estilo de vida sedentario, debido a su bajo estado de ánimo, lo que puede contribuir a un aumento de peso.

En un estudio realizado en 2016 por Mannan, M.; se encontró que los adolescentes con depresión tenían un 70% de probabilidades de padecer obesidad en la edad adulta; mientras que aquellos adolescentes con obesidad presentaron un 40% de probabilidades de desarrollar depresión en la edad adulta.

Cómo podemos prevenir síntomas ansiosos o depresivos

Dieta

Como hemos indicado antes, hoy en día existen varios experimentos que asocian a ciertos nutrientes con un mayor o menor riesgo de depresión; así, una dieta rica en frutas, verduras, cereales integrales y pescado está asociada con un menor riesgo de sufrir depresión (Rienks et al., 2013).

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Si hablamos de componentes en concreto: el ácido fólico cobra importancia en la dieta, puesto que una menor ingesta de este contribuye a padecer depresión o manifestar episodios depresivos recurrentes; (Astorg et al., 2008). Otros componentes como los niveles de vitamina D (May et al., 2010) y vitamina B-12 (Seppälä et al., 2013) también presentan una mayor vulnerabilidad al trastorno depresivo si se consumen en poca cantidad.

Actividad Física

El ejercicio está relacionado de manera inversa con el peso y la masa corporal y las citosinas inflamatorias. Este último factor es muy importante ya que en los pacientes depresivos se produce una inflamación del sistema inmune, el cual afecta a ambos sistemas nerviosos central y periférico debido a la cantidad de citosinas que secreta el tejido adiposo (grasa).

Se han encontrado mayores niveles de citosinas inflamatorias (interleucinas IL-4, IL-10 y IL-13) en personas que practican menos ejercicios. Además, un incremento de la actividad física en pacientes obesos está asociada a una disminución en la producción de estos compuestos inflamatorios, lo que se refleja en una reducción de procesos inflamatorios; entonces el ejercicio puede ser un factor preventivo ante la depresión.

Tratamiento Psicológico

La terapia de los pacientes con sobrepeso o con obesidad no solo debe basarse en la pérdida de peso, sino que también debe contar con la ayuda psicológica necesaria para ayudar al paciente a manejar sus emociones, cambiar su mal auto concepto, sus hábitos alimentarios, y aceptar que su estilo de vida no es el adecuado.

Un profesional puede guiarte en el proceso de maduración psicológica que te permita tomar conciencia del problema (ya sea un aumento excesivo del peso o la aparición de síntomas depresivos), para que puedas asentar hábitos saludables, como la actividad física en tu día a día.

Si tenemos en cuenta toda la información antes explicada, podríamos decir que la prevención de ambas problemáticas puede empezar por la correcta ingesta de
alimentos, ya que se ha observado que hacer recomendaciones dietéticas junto con otras sugerencias de cambios de aspectos del estilo de vida tiene un impacto positivo en la evolución del paciente siempre y cuando se haga de forma complementaria al tratamiento psicológico antidepresivo estándar (García Toro et al., 2012).

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Joselyn González Navia
Joselyn González NaviaPsicóloga en prácticas