¿Qué ocurre en diciembre con nuestra salud mental?

Diciembre es un mes que muchos anhelan. Hay eventos, situaciones y entornos que solo se dan en este mes. Reuniones familiares, regalos, celebraciones, emociones y comidas que agradan, olores y sensaciones que nos acogen. Pero, así mismo, hay personas a las que les gustaría evitar esas situaciones, dar el salto al siguiente año. No extrañan ni desean estos momentos, preferirían estar solos. ¿Por qué pasa esto? ¿por qué se evidencian dos polos opuestos respecto a diciembre? ¿qué ocurre en este mes?

Cómo nos afecta la Navidad

Diciembre trae consigo dos festividades que la mayoría de las familias en el mundo celebran: la Navidad y el Año Nuevo. Sin embargo, hay muchas personas que viven estas fechas en soledad , pese a que es una época en la que, inherentemente, hay mayor contacto social.

Las personas dan diferentes significados a sus experiencias. Muchas veces evitan estos encuentros sociales, evitan abrazos y felicitaciones (el significado que se les da es diferente para cada persona) porque difieren con lo que han sido siempre para ellas las festividades. Tal vez, porque lo asocian con malas experiencias en el pasado.

Estas fechas implican consecuencias tanto positivas como negativas. Las personas, según sus experiencias previas, empezaran a reaccionar de manera diferente frente a estas festividades.

En algunos casos se viven como crisis económicas: regalos, invitaciones, más comida de lo normal… Hay familias que están atravesando por duelos. Durante el año tuvieron que despedir a seres queridos y en este mes se extrañan con mayor intensidad. También hay quienes tienen altas expectativas de estas festividades y esto puede generar ansiedad por querer cumplirlas o sentirse insatisfechos con lo logrado. Así mismo, está la presión social de tener que estar en un estado constante de felicidad, lo cual hace que logremos lo contrario, y nos preguntemos “¿qué estará pasando conmigo que no estoy tan feliz como aquellos…?”

salud mental en diciembre

Navidad y salud mental

A lo largo del tiempo, ha interesado comprobar si existe mayor incidencia de casos de personas con depresión, ansiedad y casos de ideación suicida en este mes.

Hay fuentes que dicen que aumentan los casos de suicidio. Sin embargo, hay otras fuentes que mencionan que estos disminuyen ya que, por compromiso social, aumentan las interacciones entre familias que se habían distanciado. Además, se compartir con otros puede llevar a que se arreglen problemas del pasado, se ayuda a personas que están necesitadas, se hacen mayores donaciones, se invita al conocido que iba a pasar festividades en soledad…

Para muchas personas la Navidad es una época de reflexión. Las familias se replantean si durante el año se han tomado las decisiones correctas o si le han dado la atención que merecen a sus familiares y conocidos.

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Aumento de peticiones de ayuda psicológica tras la Navidad

Lo que los estudios sí han demostrado es que durante estas fechas aumentan los ingresos en unidades psiquiátricas y los inicios de procesos terapéuticos, tanto en diciembre como en enero.

La emoción se contagia, puede que por eso, en este mes, no haya tantos casos de suicidio, porque nos movilizan situaciones y somos seres más sociales. Las personas que tienen depresión reciben mayor apoyo, compañía y se sienten mejor emocionalmente.

Sin embargo, después de que pasa esta oleada de compañía social, aumentan los casos de depresión, ansiedad y estrés, entre otros.

Por ejemplo, las celebraciones y reuniones que se realizan en esta época implican ingerir mayores cantidades de comida. Las personas que tienen algún síntoma previo de TCA (Trastorno de Conducta Alimentaria) no desean compartir, ya que esto les genera aun más malestar.

Además de todo lo relacionado con las festividades, también existe el TAE (Trastorno Afectivo Estacional), una forma de depresión relacionada con la estación invernal. Es importante mencionar que la condición es desencadenada por los días cortos, oscuros y fríos propios de la temporada de invierno. Es decir, se debe más a cambios en el ambiente y en el clima, que a lo que se celebra.

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¿Cómo afrontar, entonces, la Navidad?

Aun así, a pesar de los cambios drásticos en el clima, de experiencias previas desagradables o estar pasando por un momento amargo, podemos empezar a analizar que ocurre con nosotros. Plantearnos si nuestra emoción es congruente con el contexto nos puede ayudar. Por ejemplo, si tengo a un familiar o ser querido delicado de salud, quizás en un hospital, podemos identificar:

  1. “Me siento…” Nos detendremos a considerar, notar, observar y evaluar porqué es normal sentirse así en este momento y no en otro (teniendo cuidado con la auto invalidación o con juzgarnos negativamente). Las cosas no son fortuitas, las emociones no aparecen sin razón.
  2. Compartir nuestros pensamientos. Hablar con alguien en quien confiemos, que sepamos que no va a invalidar nuestro malestar. Esa persona puede ayudarnos a identificar si estamos reaccionando demasiado intensamente ante una situación.
  3. Dar un nuevo significado a la temporada, el mes, las festividades, creando nuevas estrategias para conectar. Tener presente por qué se hace lo que se hace y darle el sentido y razón de ser a lo que nos moviliza en estas épocas.

Hay momentos en los que lo más importante va a ser nuestra independencia. En esos momentos, tendrá mayor peso nuestra estabilidad y tranquilidad que acercarnos a la familia. Y en alcanzar eso es en lo que necesitamos enfocarnos. Para conseguirlo es necesario pensar a largo plazo ¿qué es lo que me acerca más a la vida que quiero? Poner esto en una balanza y aceptar las emociones que vengan y como vengan.

Si entendemos por qué sentimos miedo, tristeza o alegría, darnos permiso para sentir esas emociones en ese momento. Si finalmente descubrimos que no tienen relación con lo que está ocurriendo es ese momento, es mejor que no nos aferremos a recuerdos del pasado que nos causan profunda nostalgia al recordarlos.

Vivamos este diciembre, conectando con el momento presente. Animémonos a apoyar, ayudar o incluso invitar a ese amigo/a, al vecino/a, hasta al desconocido. Significará un cambio pequeño para el mundo quizás, pero gigante para la persona que no está pasando por un momento estable con su salud mental.

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Sara MartínezPsicóloga en prácticas