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Poner límites y normas a nuestros hijos
Poner límites. Papá y mamá, el «porque lo digo yo» ¡no vale!
Poner límites y normas a nuestros hijos desde pequeños es algo necesario. Lo es si queremos que logren alcanzar su propia independencia y autonomía y aumentar su tolerancia a la frustración y autocontrol. Por ejemplo, ante situaciones en las que no puedan conseguir lo que quieran o tengan que esperar para lograrlo.
Sin embargo, algunos padres parecen tener reparo en poner límites y normas en la crianza. Quizá porque son concebidos como una vía de manipulación o incluso maltrato hacia sus hijos. Es decir, porque los perciben desde las posturas extremas del continuo sobre el que se establecen: el autoritarismo y la sobreprotección, o la permisividad total.
En ocasiones, este tipo de posturas da lugar a que, por ejemplo, los adultos que han sido criados en el autoritarismo no quieran repetir el mismo patrón. Ahora que son padres, optan por dar plena libertad a las conductas de sus hijos sin reparar en las consecuencias positivas o negativas de éstas. Por ello, lo primero es aprender a no caer en esos extremos. ¿Cómo puedes evitarlo?
¿Es necesario aplicar límites a todo?
La respuesta es NO. Pero hay normas que son innegociables, por ejemplo podemos destacar tres a las que debes de prestar especial atención en su puesta en práctica. Son aquellas relacionadas con:
La mayor parte de las normas o límites importantes no los pones tú. Ya se encuentran en la sociedad en la que se vive y en este sentido, tu labor es acompañar a tus hijos a descubrirlos, internalizarlos y respetarlos.
Nuestros hijos no nacen sabiendo qué se debe o no hacer o qué es seguro y qué supone un riesgo para ellos. Debemos enseñárselo, poniendo en práctica y cumpliendo las normas con ellos. Ayúdale a adquirir hábitos y aprender a ser conscientes hasta dónde pueden llegar.
Donde dije digo…
Lo segundo, pero muy importante, es enseñar que toda acción tiene una consecuencia. Por poner un ejemplo, puedes imaginarte la típica rabieta de un niño cualquiera en la que este comienza a chillar y uno de los padres o ambos le pide que se calle pero también chillando tanto o más que el niño.
Con el ejemplo quiero referirme al hecho de que no debes olvidar, que tu papel en la familia, te convierte en un modelo para ellos.
Límites y normas
Debemos de respetar aquellos límites y normas que queremos inculcar a nuestros hijos… de ahí el título de este artículo: no vale el argumento de que, cada uno, como padre o madre diga que algo se deba o tenga que hacer o no. Primero nosotros tenemos que ponerlo en práctica.
Coherencia entre lo que, como padres, decimos y hacemos, aporta confianza a nuestros hijos. Los límites tienen que ser buenos y razonables tanto para ellos como para nosotros, los adultos. Si no trasmitimos coherencia y constancia, no les trasmitimos seguridad y resultará muy difícil para ellos hacer suyos esos límites que pretendemos inculcarles.
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