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Decirte, por ejemplo, te quiero
¿Alguna vez le has dicho a alguien que le quieres?
No tiene por qué ser a una pareja, puede ser a un amigo o un familiar. Piensa un momento en las veces en las que se lo has dicho. Si te pregunto por qué lo hiciste quizá respondas que fue por un motivo en concreto, o tal vez, digas que fue porque sí, porque te apetecía, que no tiene que haber ningún motivo. Y eso es cierto, no tiene que haber ningún motivo para decirle a alguien que le quieres.
Te pido que pienses un poco más ¿También tuviste algún detalle con esa persona? Voy a suponer que sí. Quizá fue algo muy elaborado o quizá no. Tal vez solo fueron unas palabras de agradecimiento, de ánimo, o le complaciste con algún capricho ¿Y el motivo de hacerlo? Igual que antes, quizá algún día hubiera algún motivo claro, pero voy a aventurarme a pensar que hubo veces que no. Que simplemente fue porque tenías ganas de hacerle saber a esa persona lo importante que es para ti.
¿Te has dicho alguna vez que te quieres?
¿Y a ti? ¿Alguna vez te has dicho que te quieres? ¿Te has hecho algo para demostrarte que te aprecias? Cuando he hecho esta pregunta me suelen contestar, ¿para qué?
¿Por qué no hace falta una justificación para decir a los demás que los queremos, pero sí es necesario para decírnoslo a nosotros? Quizá esto viene porque hay gente que piensa que eso es trabajo de los demás, pero en realidad es trabajo de uno mismo.
Además, que los demás te digan algo puede que ocurra o no. Y si pasa no quiere decir que deje de ser trabajo de uno mismo. A fin de cuentas estamos con nosotros 24 horas y nos lo podemos decir en cualquier momento que queramos. Sabemos mejor que nadie aquellas partes que nos gustan de nosotros y las que no. O tal vez no.
Expertos en detectar lo que no nos gusta de nosotros mismos
Muchas personas tienen una gran habilidad en detectar las partes que no le gustan de uno mismo y, a su vez, ven de forma muy clara las que sí les gusta de los demás. Quizá por eso esperan que sean los otros quienes les tienen que decir qué cosas buenas tienen. Es algo así como ¿para qué voy a hacer ese ejercicio? yo lo hago por los demás, así que deben hacerlo por mí también. Eso es lo justo, eso es lo correcto.
Este pensamiento es solo una creencia, no una ley del universo, por lo tanto no tiene que cumplirse. Además, aunque ocurra, por muchas cosas buenas que nos digan los demás, si nosotros no pensamos lo mismo, no nos lo vamos a creer.
Si uno mismo no se valora, no considera que tienen nada bueno, ni se da a sí mismo cariño, tampoco va a aceptar el que le den los demás. Cuando a alguien así le dicen algo bonito, tiende a minimizarlo porque no se lo cree. A veces incluso piensa que se lo dicen para quedar bien.
También ocurre que hay personas expertas en dedicar mucho tiempo a los demás y se olvidan de ellos mismos. Pienso que esto pasa porque al usar su tiempo para otros, creen que son buenas personas y si, en algún momento, se dedican tiempo a sí mismo se sienten culpables.
Esta culpa viene de una creencia que dice que está mal visto cuidarse y que se debe priorizar a los demás y, por lo tanto, darse un capricho o auto cuidarse es de egoístas y malas personas. Pero no es más que una creencia.
En realidad, darte permiso y reservar tiempo para ti mismo no hace que seas horrible como ser humano. Al revés, hace que seas bueno con la persona que convives esas 24 horas, es decir, tú. ¿Qué tiene eso de malo?
¿Qué podemos hacer? 4 cosas para quererse más
Todo es compatible. Dedicar tiempo a quienes queremos y a nosotros mismos es posible. Para ello os propongo 4 cosas para hacer contigo mismo:
Regálate tiempo
Cuando vayas a organizarte el día con tus obligaciones, una de ellas es reservar un espacio de tiempo para dedicártelo a ti.
Detecta lo que te gusta de ti
Escribe en una hoja tu nombre en vertical, si es muy corto pon también tu apellido. Después, usa cada letra como inicio de una cualidad positiva que veas en ti. ¿Te habías dado cuenta de todo lo que contenía tu nombre?
Sé amable contigo mismo
Recuerda que eres igual de humano que los demás, así que date el permiso de cometer errores. Estos son un aprendizaje.
Date un capricho
Te lo puedes dar en el espacio de tiempo que te has reservado. Una buena manera es coger un montón de trocitos de papel y escribir ahí cosas que quieras hacer. Luego mete esos papeles en una caja y vas sacando uno cada día. Lo que pongas en los papeles puede ser cualquier cosas que te apetezca. Puede ser algo para hacer, algo que comprarte o algo tan sencillo como decirte alguna cosa buena sobre ti, como por ejemplo, decirte te quiero.
Alfonso nos has enseñado lo que cotidianamente se ha dejado de lado. Ese decirnos a nosotros mismos que nos queremos o hacer cosas para nosotros es necesario, pues nutre nuestra autoestima y regenera nuestro amor personal. Excelente!
Efectivamente Alma, son muchos los beneficios que podemos conseguir con tan solo decirnos unas pocas palabras amables. Muchas gracias por tu comentario.