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¿Qué hacer ante la sospecha de que alguien se hace daño a sí mismo?
Hay tantas formas de expresar los sentimientos como personas que sienten. Muchas veces normalizamos ciertas conductas o nos creemos ciertas excusas solo porque “son formas de afrontar las situaciones”. Cada uno tiene sus herramientas, pero esas herramientas dejan de ser buenas cuando implican daño y dolor a uno mismo o a otros.
¿Qué son las autolesiones?
Es un comportamiento directo y deliberado en el cual la persona se autoinflige daño o dolor en la superficie corporal. Esta definición tan amplia da pie a que se incluyan muchos tipos de conductas de diversa índole. Algunos ejemplos son hacerse cortes, quemarse con un cigarrillo, morderse, arrancarse el pelo…
Puedes ver la infografía sobre las autolesiones en menores en este enlace,
¿Para qué sirven?
Estas conductas autolesivas se pueden dar en cualquier momento de la vida. Últimamente se está viendo un aumento de esta forma de expresión en los más jóvenes. Es muy frecuente que los niños inicien este tipo de comportamientos alrededor de los 13-15 años, debido a todos los cambios y desequilibrios que conlleva esta etapa.
La adolescencia es una etapa en la que suceden muchos cambios, no solo físicos sino también psicológicos y sociales, lo que hace que sea un periodo vulnerable para ellos. En ese momento comienza la búsqueda de su identidad y sienten la necesidad de intimidad y de tener su propio espacio.
Todos estos cambios pueden resultar complicados de asimilar, lo cual lleva al niño a buscar formas de poder afrontar la situación que están viviendo. Una de esas herramientas de afrontamiento puede ser las autolesiones. El hacerse daño a sí mismo hace que la persona se centre en el daño físico y deje de lado el daño psicológico.
La finalidad de esas autolesiones puede estar en calmar la ansiedad que están sintiendo o para reducir las emociones negativas. En ocasiones también puede ser una expresión de rabia hacia sí mismo o un deseo de castigo. Pero también puede haber un deseo de recibir cuidado de otros o de encajar con los demás.
No hay que olvidar que cada persona es diferente y este tipo de comportamientos pueden aportar distintos beneficios. Si conocemos el por qué la persona hace este tipo de conductas, podemos llegar a la raíz de la situación y a partir de ahí trabajar en una solución.
¿Qué puede llevar a la persona a hacer algo así?
Como ya hemos visto anteriormente, la adolescencia puede ser una etapa complicada, pero no por ello hay que menospreciar los posibles síntomas. En esta etapa, son propios los cambios emocionales, y un bajo estado de ánimo se considera un factor de riesgo. Por otro lado, la impulsividad y la necesidad de buscar nuevas sensaciones, propias también de esta etapa, pueden guiar el inicio de estas conductas autolesivas.
También es importante tener en cuenta la relación con los demás ya que en la adolescencia se da mucha importancia a los compañeros. Hay niños que encuentran dificultades para relacionarse con los demás y eso también los puede llevar a realizar este tipo de conductas.
No hay que confundir el asumir responsabilidades con un posible alto nivel de estrés. Hay veces que las personas no tienen herramientas suficientes para manejar esos niveles de ansiedad y encuentran en las autolesiones una vía de escape.
En general, esto tiene que ver con una mala regulación emocional ya que la persona no sabe cómo afrontar sus sentimientos y emociones porque carece de las herramientas suficientes. Debemos buscar la forma de ayudar al niño ofreciéndole las herramientas que le faltan.
¿A qué tengo que prestar atención?
Como hemos ido viendo, las señales de alerta son diferentes para cada persona porque depende mucho de como sea cada uno. Teniendo en cuenta esto, hay señales que son más comunes que otras. Es frecuente que las personas que se autolesionan quieran esconder las heridas, por lo que utilizan ropa que no es apropiada para el clima y en verano visten con ropa de manga larga pese al calor. Además, cuando alguien ve las lesiones repetitivas suelen inventarse excusas.
En el ámbito social, es frecuente que la persona deje de participar en actividades que anteriormente disfrutaba motivado muchas veces por ese estado de ánimo bajo. Otra de las posibles señales es el aislamiento no solo de la familia sino también de los amigos.
No hay que dejar de lado el ámbito académico ya que un bajo rendimiento o la dificultad de concentrarse pueden ser signos de que algo está ocurriendo. Por último, con respecto al comportamiento, suele haber una inestabilidad emocional con cambios de humor rápidos o mucha impulsividad.
Todas estas conductas nos indican que hay algo que está ocurriendo más allá de los cambios que suelen haber en la adolescencia.
¿Qué puedo hacer yo?
Este tipo de temas son complicados de hablar porque siempre se han tratado como algo tabú y se han intentado manejar en la privacidad. Eso solo añade sentimientos negativos. Independientemente de la manera en la que te enteraste de que esto estaba ocurriendo, es importante no mostrarse enfadado o decepcionado. Para la persona es algo difícil de explicar y hay veces que ellos no encuentran la razón ni por qué hacen lo que hacen. Es esencial mantener una actitud de escucha y comprensión.
Aunque es complicado, evitemos sobre reaccionar y demostremos a la persona que puede contar contigo. Hay que mostrarse disponible, pero dejando espacio y sin presionar a la persona, simplemente que sepa que estás a su lado. Además, podéis hablar de los riesgos que conllevan estas prácticas de forma abierta y buscar juntos nuevas alternativas de comportamiento que cumplan la función de las autolesiones.
Por otro lado, no debemos ignorar o quitar importancia a lo que diga la persona. Hay que evitar que el tema se convierta en tabú porque si ocurre es mucho más complicado ayudarle. Además, también es importante abordar con calma los conflictos y las tensiones para evitar que la persona se refugie en sí misma y se aleje más.
Por último, no hay que olvidar que la persona necesita ayuda para manejar lo que está ocurriendo. Por eso es importante buscar ayuda tanto de profesionales para que le den las herramientas necesarias para salir adelante, como de otros familiares. La persona necesita sentir que tiene gente que le apoya.
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