Por Elena Yuste
Psicóloga
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Problemas de memoria
La enfermedad de Alzheimer manifiesta problemas de memoria con una pérdida progresiva de ésta y de otras capacidades como atención, lenguaje…
Fase inicial o ligera
Aparecen los primeros síntomas de pérdida de memoria: el enfermo olvida sus citas, el nombre de las personas o de objetos familiares; tiene dificultades para seguir una conversación, se equivoca en las cuentas…; en ocasiones se desorienta en algunos lugares y le cuesta saber en qué día o momento del día está.
En su comportamiento destacan los cambios bruscos de humor y la tendencia al aislamiento, debido a que comienza a darse cuenta de que no puede controlar algunos elementos de su entorno que antes sí controlaba (debido a sus fallos de memoria, por ejemplo).
Fase moderada
El enfermo pierde casi totalmente su autonomía a medida que empiezan a intensificarse los problemas de memoria; olvida desde los sucesos más recientes a los recuerdos más lejanos (en ese orden), por lo que es probable que no se acuerde de lo que acaba de comer o de un amigo que acaba de visitarle, pero sí de hechos que sucedieron en su infancia. Le cuesta mucho aprender cosas nuevas.
Los cambios en el comportamiento más comunes son las reacciones desproporcionadas y agresivas o la aparición de miedos injustificados. Habla menos, con un lenguaje más pobre y más despacio.
También se ve afectada la coordinación y el equilibrio, por lo que puede tener caídas frecuentes o movimientos anormales.
Fase avanzada o severa
El enfermo pierde totalmente su autonomía, olvidando los hechos recientes y pasados. No conoce a los familiares cercanos.
Su comportamiento y humor son imprevisibles. No comprende ni habla con coherencia. No controla los movimientos musculares (dificultad para tragar, incontinencia…)
Recomendaciones para el cuidador
En las primeras fases se puede ayudar al enfermo a conservar su capacidad de atención, lenguaje, memoria… durante el máximo tiempo posible. Para ello es preciso estimularle, teniendo su mente “trabajando” continuamente:
- Animarle a que cuente recuerdos de hechos pasados con detalle.
- Realizar actividades diarias que requieran de estas habilidades como Sudokus, Sopas de letras, dibujos, juegos de mesa…
- Realizar alguna actividad física diaria acorde con su capacidad (siempre que su salud lo permita).
- Proponer actividades de ocio en las que siga relacionándose con amigos y familia.
También se puede ayudar a conservar su autonomía mientras sea posible:
- Recordar y mantener una rutina ayudándole a orientarse temporalmente (“después de este programa de televisión, todos los días comemos”). Colocar también calendarios o grandes relojes en sitios visibles.
- Colocar en los cajones, puertas o armarios, dibujos que representen lo que hay dentro de ellos.
Se debe acondicionar la casa, estableciendo algunas medidas de seguridad como:
- Colgar campanas en las puertas que den al exterior por si el enfermo se desorienta.
- Colocar barras en pasillos, cerca de la bañera o el retrete… para que pueda apoyarse, además de luces por si se levanta por la noche.
- Retirar los espejos, ya que el enfermo puede verse a sí mismo como algo extraño y asustarse.
Es importante saber que el enfermo conserva la capacidad para identificar e interpretar las emociones, incluso en las fases más avanzadas, por lo que en la comunicación se debe:
- Estar lo más tranquilo posible en todo momento, manteniendo la calma incluso en los cambios de humor del enfermo. Evitar hablar en las situaciones en las que haya mucho nerviosismo.
- Poner cuidado en que los gestos, expresiones, mirada… transmitan lo que pretendemos (paciencia, cariño…)
- Responder a sus preguntas con tranquilidad tantas veces como sea necesario.
- Evitar el aislamiento hablándole frecuentemente.
- Darle tiempo para contestar. Si la respuesta no es clara, intentar buscarle sentido y decir la frase completa al enfermo.
No debe olvidarse la sobrecarga que produce para el cuidador pasar muchas horas con el enfermo, por lo que es necesario:
- Solicitar al Ayuntamiento o la Comunidad los servicios que correspondan, desde el comienzo de la enfermedad, como Centros de Día especializados o una persona encargada de cuidar al enfermo diariamente durante algunas horas.
- Organizar su tiempo de forma que reserve ciertos momentos del día para su “desahogo”, con actividades de ocio y cuidado personal.
- Descansar física y emocionalmente para poder atender al enfermo cuando sea preciso de la manera más adecuada.
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