Los tres asesionos de tu motivación. Bueno. Ya imagino lo que estás pensando. El título me ha quedado un poco sensacionalista con lo de los «asesinos». Puede ser. Pero piensa en ello. Piensa en lo importante que es estar motivados ¿Para qué te sirve la motivación?  ¿Qué actividades haces porque estás motivado? ¿Cuáles no harías ni en sueños si no fuera por esa motivación que nace de alguna parte?

Dejaré para otro post hablarte de las diferencias entre motivación intrínseca (nace de ti) y extrínseca (te llega desde fuera) y cómo emplearlas contigo y con los demás. Hoy voy a centrarme en darte tres razones de por qué hay ocasiones (tareas, proyectos…) en las que no consigues encontrar las ganas de «tirar p´alante».

[bctt tweet=»Tener motivación es moverse en dirección a algo que se quiere alcanzar» username=»haztua»] Entonces, qué ocurre cuando quiero algo pero me siento incapaz de moverme, cuando no logro activar la energía necesaria para dar los pasos que me acercan a eso que quiero.

pensar

Hay un hecho que es una realidad: nacemos motivados y con el paso de los años vamos dejando tras nosotros un rastro de abandonos. Las ganas incondicionales de triunfar en cada cosa que emprendemos con las que venimos al mundo se van quedando sepultadas detrás de cada intento que vivimos como fracaso.

La pregunta es ¿hay algo que se pueda hacer para evitar convertirnos en víctimas de nuestros propios intentos fallidos? La respuesta la tienes a continuación. Te la presento como tres cosas que hacemos que matan las ganas de volver a intentarlo. Y el riesgo es que, si no paramos a tiempo la falta de motivación, podemos acabar viviendo la vida con la misma intensidad con la que lo hace una acelga.

 

Conductas que anulan tu motivación

1. Pretender un cambio extremo cuando te marcas un objetivo

Está claro que querer alcanzar un objetivo es querer pasar de la situación en la que me encuentro hoy a otra en la que espero estar tras haber hecho algo. Y cuando pensamos en lo que queremos conseguir, tratamos de que esté lo más lejos posible de donde nos encontramos. Tendemos a querer cambios grandes  y contundentes. Lo cierto es que pretender objetivos poco realistas o plazos inalcanzables, se convierte en un imposible. Empeñarse en algo que no ocurrirá por un mal cálculo de las posibilidades y las opciones reales, produce un dolor emocional que se asocia al siguiente intento de marcarse un nuevo objetivo.

¿Qué hacer? Márcate objetivos realistas, ajustados a tu realidad y a tus posibilidades. El objetivo no ha de ser ni demasiado extremo ni demasiado simple. Divide el proceso en metas más pequeñas, pero que supongan un reto. Haz ajustes cuando lo consideres necesario.

2. Enfocarte sólo en el largo plazo

Márcate objetivos. Decide dónde querrás estar en determinado momento de tu vida. Diseña qué quieres lograr. Pero si quieres mantenerte motivado, quedarte admirando el objetivo hace que éste se aleje cada vez más. Está muy relacionado con el error anterior. Al quedar tan lejos en el tiempo, sirve para orientar la dirección a seguir pero no ofrece información acerca de qué hacer o cómo hacerlo.

Marcarse objetivos es sólo el primer paso. Esperar a lograr el objetivo para disfrutar del logro hace que la motiación por conseguirlo se diluya como un azucarillo en el café.

¿Qué hacer? Diseña metas más pequeñas que te posibiliten ir consiguiendo éxitos que te acerquen a tu objetivo. Enfócate en lo pequeño para crear el hábito de trabajar reforzado por los logros que vas consiguiendo cada día.

3. Concentrar todos tus esfuerzos en lo que quieres eliminar/cambiar

Cuando toda tu atención y tus esfuerzos están concentrados en lo que no quieres, de alguna manera permaneces atrapado en eso mismo de lo que te quieres deshacer. Pongamos un ejemplo. Has decidido que necesitas hacer ejercicio. Por tu salud, por tu imagen… por la razón que sea, tienes la motivación necesaria para dejar el hábito de remolonear en la cama por la mañana o de apalancarte delante del televisor, o del ordenador.

Pero llega el momento y las ganas no aparecen por más que las buscas. Entonces empiezas a decirte que la pereza no va a poder contigo. Te machacas por tu falta de ánimo, te flagelas mentalmente para tratar de arrastrarte hacia las zapatillas de deporte… Todos estos esfuerzos se concentran en torno a lo que quieres eliminar (pereza), en lugar de enfocarte en lo que quieres conseguir.

¿Qué hacer? Busca la conducta contraria a la que quieres eliminar, en afirmativo (en positivo). Si quieres eliminar la pereza enfócate en la actividad y sus beneficios. No pienses en ti en el sofá; piensa en ti haciendo ejercicio y en lo bien que te sientes cuando lo haces. Enfócate en aquello hacia lo que te quieres dirigir y no en lo que quieres abandonar. Porque aunque, en ocasiones, evitar el dolor puede ser motivador, el recorrido es más penoso y la motivación que me mantiene en el objetivo es evitar el dolor. Enfocarte en lo que deseas, produce bienestar. 

Es tu turno ¿Qué te ha parecido? ¿Qué haces tú para mantener la motivación? Cuéntanos. Ya sabes que lo más valioso de nuestro blog es tu opinión, así que no te la guardes ;)