Contenidos
Límites y autocuidado
Cuando pensamos en el autocuidado en el día a día se nos viene a la cabeza comer bien, hacer ejercicio, descansar. Al igual que ponemos límites en determinados alimentos que son perjudiciales para nuestra salud, ¿por qué no lo hacemos con nuestras relaciones? ¿Decir que no a un café si no nos apetece es egoísta o es autocuidado? Poner límites en nuestras relaciones nos ayuda a contactar con nosotros mismos y revisar nuestras necesidades.
¿Por qué hacemos las cosas?
Muchas veces decimos que sí a algo o alguien para evitar que otra persona se enfade y, por lo tanto, evitar sentirnos culpables o egoístas.
Le delegamos al otro la responsabilidad de nuestros propios actos cuando decimos “tengo que ayudarle con la mudanza porque si no se va a molestar”. Con esto no quiero decir que dejemos de decir que sí, pero el hecho de darnos cuenta de las decisiones que tomamos nos otorga responsabilidad y control sobre nuestros actos y puede rebajar un malestar que muchas veces no sabemos de dónde procede.
Consecuencias de los límites
Esta falta de límites puede provocar que muchas veces acabemos actuando más por los demás que por nosotros mismos. Y como consecuencia, puede verse afectado nuestro autocuidado y por lo tanto nuestra salud.
Pero,¿qué pasa si tu amiga Carla te invita a un café y a ti no te apetece? Carla seguramente se molestará y te sentirás egoísta y culpable. La culpa nunca nos viene bien, digamos que “nos parte la tarde”. Pero ¿realmente te merece la pena mantener una relación con alguien que se vaya a molestar tanto por no tomarte un café un día? Poner límites nos ayuda a “filtrar” relaciones que quizás no nos aportaban tanto como pensábamos. Y eso, también es autocuidado y ¡nos ayuda a respetarnos!
Seguramente, si le dices que sí a Carla, a corto plazo evitarás una situación conflictiva, y te ahorrarás la culpa y la energía que supone entrar en contacto con uno mismo, pero, ¿a largo plazo qué repercusión tiene para ti? Quizás necesitabas descansar después de un largo día de trabajo, disfrutar de un buen libro o pasar un rato de calidad con tu pareja, tus hijos, o contigo misma/o. El límite te ayuda a priorizar tus necesidades, a poner en equilibro el contacto con uno mismo y con el otro.
A largo plazo el límite te otorga responsabilidad contigo mismo. Darle voz a tus necesidades es autocuidado y saber escucharlas ofrece autonomía y autorespeto.
Aceptar los límites de los demás
Por último (y no menos importante) tenemos que aceptar que los demás también pueden poner límites con nosotros. Aceptar esto, aunque parezca raro, también nos da autonomía. Dejamos de depender del otro para cubrir nuestras necesidades y ponemos en marcha nuestros propios recursos para satisfacerlas.
¡Vaya! Parece que los límites no solo nos enseñan a cuidarnos, sino que también nos dan la oportunidad de explorar nuestra creatividad para satisfacer nuestras necesidades de formas diversas.
Comenzar a poner límites
Así que, te invito a:
- Que vayas explorando poco a poco en qué situaciones has puesto límites y en cuáles no. Pregúntate cómo podrías haber expresado tus necesidades y si hubiera habido alguna forma alternativa de abordar la situación.
- Explora cuándo no estás poniendo límites y en el momento en que empieces a ir poniéndolos, acepta la culpa que pueda aparecer. A medida que tu autocuidado aumente, tu culpa irá perdiendo espacio.
- Explora los riesgos y beneficios de poner límites en cada situación ya que no poner límites también es una opción y es lícita. El objetivo es que decidas lo que decidas ¡lo hagas conscientemente!
Dicho esto… ¿Nos tomamos un café?
[…] ¿Lo haces por ti o por los demás? Límites y autocuidado […]